Las personas mayores se perfilan como uno de los colectivos más protegidos frente al riesgo de pobreza en Barcelona

La alta incidencia de la plena propiedad de la vivienda, entre las personas mayores, constituye un elemento protector frente a los riesgos socioeconómicos. Sin embargo, el estudio alerta de que este hecho está cambiando y que los gastos de la vivienda pueden representar también una amenaza para este colectivo en el futuro

01/10/2024

El estudio Las condiciones de vida de las personas mayores en la ciudad de Barcelona: situación socioeconómica y residencial, encargado por el Ayuntamiento de Barcelona y elaborado por el Institut Metròpoli, detalla que, en términos generales, la población de 65 años y más de Barcelona se perfila como uno de los colectivos más acomodados de la ciudad en términos socioeconómicos. Sin embargo, la búsqueda alerta de que la evolución de la cuestión de la vivienda en la ciudad puede representar una amenaza también para las personas mayores.

La situación económica de las personas mayores ha estado especialmente protegida de los choques económicos experimentados en los últimos años (crisis pandémica, proceso inflacionario e incremento de los precios de la vivienda), se ha consolidado como el segmento de población menos afectado por la pobreza y la vulnerabilidad económica.

Las mujeres mayores de 75 años que viven solas y las personas inquilinas, las más afectadas por riesgo de pobreza

Pese a representar uno de los colectivos más acomodados, cabe destacar que, entre la población mayor barcelonesa, permanece una importante bolsa de pobreza. Un 17,8% de las personas mayores sufre riesgo de pobreza monetaria y un 5,7% sufre privación material y social severa. Estas problemáticas afectan especialmente a ciertos colectivos, como las mujeres de 75 años y más que viven solas o las personas inquilinas, que no sólo tienen menores ingresos sino que además deben asumir mayores gastos de la vivienda.

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Más y mejores pensiones

Este estudio muestra que un aspecto clave de la situación económica de las personas mayores ha sido la evolución de sus ingresos, que han aumentado en las últimas décadas gracias a diversos factores. Por ejemplo, por la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral formal, que ha hecho aumentar las pensiones de jubilación femeninas o también el alargamiento de la esperanza de vida de los hombres, que ha hecho incrementar la duración de los hogares con dobles ingresos entre las personas mayores. Asimismo, los cambios de la estructura social han provocado la llegada a la edad de 65 años de una creciente proporción de profesionales y personas con trabajos calificados que percibían mayores salarios, realizaban cotizaciones más robustas y consecuentemente recibían pensiones más elevadas.

Protección ante los últimos choques económicos

Los ingresos de la población mayor, mayoritariamente provenientes del sistema de pensiones, han sido especialmente protegidos frente a choques experimentados recientemente. Por un lado, no se vieron afectados por el aumento del paro durante la pandemia, y, por otro lado, los ingresos provenientes de pensiones se han ido actualizando con la inflación de forma que su capacidad adquisitiva no se ha visto tan afectada.

Adicionalmente, debe tenerse presente que la alta incidencia de la plena propiedad de la vivienda habitual entre las personas mayores constituye un elemento protector frente a la pobreza, ya que disminuye muy notablemente los gastos de la vivienda y deja más recursos disponibles para otros fines.

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La vivienda como amenaza también de las personas mayores

Sin embargo, hay que tener presente que entre las generaciones que alcanzarán la edad de 65 años en las próximas décadas existe una proporción creciente de población en régimen de alquiler. Adicionalmente, se están polarizando los regímenes de tenencia, y la población arrendataria que hoy en día tiene entre 45 y 65 años sufre más riesgo de pobreza monetaria que la que tiene 65 años y más (36,0% y 25,3% respectivamente). Si esta tendencia se mantiene en el tiempo, cabe esperar mayor incidencia de problemáticas como la sobrecarga de los gastos de la vivienda o la privación material y social entre la población de 65 años y más.

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Además, cabe destacar que, más allá de los aspectos económicos, actualmente existen aspectos de la vivienda que afectan a la vida cotidiana de las personas mayores y que pueden llegar a comprometer su autonomía y su integración social. El estudio muestra que la mayoría de las personas mayores (66,7%) viven en vivienda no adaptada a las necesidades de la vejez y una parte importante lo hace en viviendas con déficits de accesibilidad (23,0%). Estas cifras muestran la carencia de un parque público de vivienda adaptado a las necesidades de la vejez y de mecanismos que faciliten la adaptación de las viviendas existentes.

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